Ann se sentó en una banca apartada rodeada de flores fragantes trepadoras en el jardín cerca de la oficina de Bartolomeo, luchando por salir del silencio atónito en el que se encontraba.
Embarazada. ¿Tres cachorros?
A Adam le encantaría saberlo, aunque no estaba segura de que su entusiasmo superara al de Maeve.
—¿Ves? ¡Te lo dije! ¡Wow! ¡Tres cachorros! ¡Van a ser los cachorros más hermosos que jamás hayas visto! Y también fuertes. Podemos llevarlos a correr por el bosque en cuanto se transformen y... Me pregunto cuándo se transformarán. Con ambos padres siendo Alfas, ¡tal vez suceda incluso más pronto! Ann, ¿tú crees…
Ann escuchaba aturdida la charla de Maeve. Había dejado de intentar responder a su parloteo emocionado y, sinceramente, el ruido constante le estaba dando un dolor de cabeza. Aunque eso también podría ser resultado del estrés creciente que estaba enfrentando diariamente.