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—Tan pronto como Linus fue llevado, el círculo superior comenzó a despejarse y Ann se dirigió a la salida. Al alcanzar la manija de la puerta, no pudo agarrarla ya que fue empujada con furiosa fuerza y dio un paso atrás justo a tiempo para evitar que las puertas le golpearan la cara.
La furiosa figura de Cornelio se puso ante ella, su rostro rojo de indignación mientras abría y cerraba la boca sin emitir sonido. Sostenía un dedo tembloroso ante sí mientras apuntaba a Ann, temblando de rabia.
—Tú… tú... —tartamudeó mientras Ann rápidamente superaba su sorpresa y le sonreía inocentemente hacia arriba.
—Ten cuidado Cornelio, realmente deberías ser un poco más cuidadoso con tu presión arterial a tu edad —dijo con fingida preocupación, empujando su brazo extendido hacia abajo y mirándolo con ojos grandes e inocentes.
—Esto no quedará así, sabes... —siseó—. Tendrás lo que te mereces...