Linus fue conducido bajo escolta armada con el tipo de sonrisa viscosa que le ponía la piel de gallina a Ann. Aunque su apariencia daba la impresión de que estaba ligeramente desquiciado, Ann sabía que en el fondo, su viciosa mente pequeña seguía siendo afilada y depravada como siempre.
Se sacudió a los guardias con enfado mientras lo colocaban en el podio y les lanzó una mirada de desdén.
—Cuando termine esta farsa, me llevaré sus cabezas... anoten mis palabras —siseó viciosamente mientras ellos se alejaban sin mirar atrás hacia sus posiciones anteriores.
La mirada de Linus recorrió el círculo superior antes de caer y posarse en el rostro de Ann mientras una sonrisa se extendía por sus delgados labios.
—Su gracia —saludó con un tono claramente burlón mientras inclinaba la cabeza y permitía abiertamente que sus ojos recorrieran su cuerpo de arriba abajo mientras se lamía los labios.
—Sucio bastardo...
—¡Shhh!
—¡Tú shhh!