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La mañana parecía llegar demasiado pronto para el gusto de Ann.
Había estado despierta ya durante horas antes de que el hermoso lienzo de colores que indicaba que el sol estaba a punto de asomarse sobre el horizonte comenzara a aparecer, y se había ocupado trabajando en los diversos montones de papeleo que Eva le había enviado mientras estaba incapacitada con su celo, hasta que se quedó sin trabajo con el que necesitaba ponerse al día.
Podía sentir cómo su estómago se ataba en nudos mientras caminaba de un lado a otro nerviosamente, repasando en su mente el inminente juicio para Linus y todo lo que podría salir mal, el hecho de que tendría que despedirse de Adam en unas pocas horas... todo era demasiado.