Lexi caminaba de un lado a otro ansiosa en el salón de su padre mientras esperaba a que él terminara de recoger sus cosas.
Steven estaba al lado de la puerta de su habitación como una estatua, con el rostro estoico, inmóvil, y el único movimiento visible eran sus ojos siguiendo el caminar de Lexi.
—Vas a desgastar la alfombra si sigues caminando en los mismos patrones —observó secamente.
Lexi se detuvo y lo miró sorprendida, quitándose las manos de la boca donde había estado mordisqueando los bordes de sus uñas, mientras una sonrisa irónica se dibujaba en sus labios.
—Pues, jódeme, Steven, hablas.
—Preferiría no hacerlo —respondió él llanamente, con la mirada aún fija en la puerta del padre de ella.
—¿Qué? ¿Joderme? ¿O hablar? —Lexi lo provocó.
Steven eligió no responder, solo suspiró ligeramente y cruzó sus brazos frente a él.
Lexi rió y le hizo un gesto despectivo con la mano.