Ann miró a las mujeres que se encontraban en silencio frente a ella, completamente perdida de palabras.
¡Habían buscado activamente ayuda de su padre y de Narcisa y en lugar de ayudarlas, habían ido directamente al acusado y le habían informado sobre las acusaciones de las Omegas?!
¡Esto era una locura!
—¿Cuánto tiempo ha estado pasando esto? —preguntó Ann en voz baja.
—Desde hace unos cinco años ahora, su alteza.
—Esto se detiene ahora —Adam gruñó—. Dame su nombre y las chicas involucradas.
Las Omegas se miraron entre sí con cautela, pero fue Coral quien levantó la cabeza y habló.
—Anciano Linus, su alteza. No sé sobre todas las chicas involucradas, pero estas dos deberían poder darle los detalles —respondió temblorosamente.
Ann asintió y se acercó lentamente a ella.