Narcisa parecía haber llegado al punto en el que ya no se molestaba en luchar contra lo inevitable y se reclinó hacia atrás en su posición en el suelo de una manera relajada mientras inclinaba arrogante su barbilla y se reía entre dientes.
—Tanto que revelar, pero ¿por dónde empiezo? —se rió para sí en voz baja.
—El Coven. ¿Cuáles son tus planes y a quién sirves? —dijo Leopold con frialdad, una nube oscura parecía haberse asentado sobre su rostro mientras miraba fijamente a la mujer a la que una vez llamó su esposa.
Ella le devolvió la sonrisa y suspiró de manera dramática.
—El Coven de Excidium responde al Señor Daemon Eromaug, su poder es como nada que hayas visto antes. No queremos más que volver a levantarnos y hacer crecer nuestras filas a medida que recuperamos nuestro lugar legítimo como gobernantes de este Reino —respondió ella, su apasionada devoción por su amo clara en la vehemencia con la que hablaba.