Ada observó a su madre alejarse con un vacío en su corazón. Esto era por su futuro, y el de su bebé. Eso era todo lo que importaba. Con un suspiro profundo y una rápida mirada al lugar donde estaba retenida Ann, sacó el teléfono de su bolsillo y marcó una serie de números.
Sonó varias veces mientras Ada comenzaba a caminar nerviosa, con el estómago hecho un nudo. Finalmente, él respondió.
—¿Qué quieres, Ada? —La voz fría y sin emoción de Brad rasgó el teléfono.
Ada tragó el nudo en su garganta y forzó una sonrisa dulcemente enfermiza en su cara, esperando que eliminara el temblor de su voz.
—¿Todavía no hemos superado esto, Brad? ¿No quieres al menos hacer esto con civilidad? —canturreó ella.
—Nunca. Nunca te perdonaré por lo que sea que me hiciste que me hizo... —él respondió casi instantáneamente antes de que Ada lo cortara bruscamente con un resoplido burlón.