Punto de Vista de Alexander
Estaba mirando a mis padres, esforzándome tanto por no gritarles.
¿Estaban jodidamente locos?! ¡Como si fuera a permitir que encerraran a mi hermana! ¡Como si fuera a dejar que la trataran como a una prisionera!
¡Estaban locos y eso no iba a suceder!
—Puede que no tengamos otra opción —dijo mi tía, con la voz entrecortada—. Podría intentar hacernos daño.
Estaba a punto de decirle que encontraríamos otra manera cuando escuché una voz que extrañaba casi tanto como la de Sophie.
—¿Alex? —La voz tranquila de Stella me hizo detenerme.
No estaba seguro si me lo estaba imaginando. Extrañaba tanto a Sophia que no me sorprendería si lo imaginara. Pero, ¿por qué imaginar la voz de Sophia entonces? ¿Por qué imaginé la de Stella?
—¿Alex? —Me llamó de nuevo—. ¿Puedes oírme?
—¡No te lo estás imaginando, Alex! —Axel me gritó—. ¡Háblale!
—¡Stella! —Exclamé, haciendo que todos en la habitación me miraran.
—¡Alex! —Exhaló aliviada—. ¡Oh, Alex, te extraño!