—Los tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. ¿No es eso lo que dicen? —dijo Alfredo con una sonrisa complacida en su rostro.
—Tonterías. Dahlia abandonó este país hace muchos años —le recordé.
—Deberías despedir a quienquiera que esté recopilando información para ti, ya que está claro que es lento y no está al tanto de las cosas. Dahlia ha vuelto. De hecho, llegó justo hoy —reveló mi padre mientras su sonrisa calculadora se ensanchaba.
Dahlia ha vuelto...
¿Por qué eligió volver?
¿Por qué volviste aquí, Leya?