—¡Michael! —grité, intentando aún soltar las cuerdas que ataban mis manos. La desesperación con la que retorcí y tiré dio resultado, y logré liberarlas.
Rápidamente desaté mis piernas y estaba a punto de saltar al agua cuando escuché salpicaduras y me paralicé. Si era Blaine...
En un instante vi que era el brazo de Michael el que aparecía al costado del bote, aferrándose a la barandilla de metal.
—¡Michael! —grité de nuevo, extendiendo la mano hacia él. Tirando de su camisa empapada, lo ayudé a subir y él colapsó en el bote.
Manchas rosadas cubrían su camisa anteriormente blanca y lo palmoteé frenéticamente mientras tosía y escupía agua.
—¿Te disparó? ¿Estás bien? —grité, balbuceando más preguntas hasta que finalmente negó con la cabeza.
Tomó varias respiraciones profundas mientras luchaba por sentarse. Sus brazos volaron hacia mí y yo rodeé los suyos, abrazándolo tan fuerte que comenzó a toser de nuevo.