—¿Te gustaría escaparnos de vuelta a nuestra habitación? —susurró Michael en mi oído.
Las otras parejas poco a poco se separaban del resto de la fiesta y se dirigían a sus propias habitaciones. Estaba exhausta y deseaba estar a solas con Michael otra vez.
Asentí y tomé su mano. Él me llevó a través de diferentes pasillos que ya me eran familiares desde nuestro primer viaje. Esta vez no me quedaría en mi propia habitación. En cambio, compartiría todo el piso superior del yate con Michael en nuestra propia suite principal.
Michael abrió las puertas de la lujosa suite, pero pasamos de largo la habitación y salimos directo al cubierta privada superior. Me apoyé en el barandal mientras el viento agitaba suavemente mi cabello alrededor de la nuca mientras mirábamos cómo navegábamos en silencio por el agua.
—Esta noche navegaremos a lo largo de la costa de Florida —dijo Michael, entregándome una copa de vino.
