—No puedo imaginar no conocerte, Shelby —susurró él. Su aliento era cálido contra mis labios. Las pequeñas vibraciones enviaban olas de energía a través de todo mi cuerpo. La piel de mis brazos se erizó. El dulce olor de la canela en su aliento y su colonia de sándalo se mezclaban perfectamente.
La sensación era demasiado para mí, así que cerré los ojos, dejando que Michael tomara el control, mientras intentaba desesperadamente grabar cada segundo del momento en mi memoria.
—No puedo imaginar no conocerte tampoco, Michael —dije sin aliento, mis pestañas temblaban con anticipación.
Presionó suavemente sus labios contra los míos, el calor de nuestros labios se combinaba. El calor se esparcía por todo mi cuerpo, incluso hasta mis pies descalzos contra el frío suelo de baldosas. Tan suave como empezó, deseaba sentir la presión de sus fuertes brazos alrededor de mí, aplastándome contra su torso musculoso.