Era sólo natural que aquellos que no estaban informados no entendieran la complejidad de todo ello. Sin embargo, para el Maestro Walton, el trabajo de Lucille era delicado, arriesgado, pero ingenioso. No era suerte, sino una habilidad realmente impactante.
—No tengo tiempo para hablar ahora. Necesito ir a ver a mi mentor —el Maestro Walton salió corriendo a toda prisa.
Culver se quedó donde estaba. Estaba a punto de persuadirlo para que se quedara cuando José, que yacía en la cama, de repente abrió los ojos.
—¿Está despierto, Señor José? —Culver se acercó a él emocionado.
Era realmente asombroso. Siempre que la enfermedad de José se agudizaba en el pasado, siempre estaría inconsciente por lo menos un día antes de despertarse. Ese día, sin embargo, solo estuvo inconsciente durante unos 20 minutos.
¡Era increíble!