Los labios de Lucille se curvaron en una sonrisa.
No esperaba que su lengua afilada pudiera ser incluso más peligrosa que la suya propia.
Cuando levantó la vista de nuevo, vio que Joseph ya estaba frente a ella. Extendió su mano hacia ella y dijo:
—Vamos a casa.
Lucille dudó durante dos segundos. Sabía que él estaba tratando de ayudarla, así que colocó su mano en su palma.
—De acuerdo.
Los dos se marcharon de la mano.
Sin embargo, tras dar unos pocos pasos, oyó la voz de Zoey detrás:
—Lucille, Samuel va a llegar pronto. Todavía no puedes olvidarte de él, ¿verdad? ¡Díselo en su cara, entonces! Después de todo... él es alguien a quien has amado durante tantos años.
Claramente, ella trataba de decirle indirectamente a Joseph que había alguien en el corazón de Lucille y que él se haría el ridículo si se casaba con ella.
Joseph levantó las cejas. Justo cuando iba a hablar, Lucille se rió de repente. Sin mirar atrás, respondió: