Lucille no tenía idea de lo que Zoey estaba pensando, sin embargo.
Caminaba sola hacia la puerta de la escuela.
Cuando pasó por el bosque junto al campo deportivo, oyó sonidos de personas peleando.
Probablemente era un grupo de chicos. De vez en cuando soltaban juramentos, y luego lanzaban puñetazos y patadas a algo. Se escuchaban sonidos de cosas rompiéndose, y algunos incluso decían:
—Pégale. ¡Mátalo! ¡Mátalo!
Lucille no estaba interesada en meter la nariz en asuntos ajenos.
En aquella escuela privada y de clase alta, no faltaban niños ricos con una sólida base. Estaban acostumbrados a hacer lo que quisieran ya que de todas formas tenían el respaldo de sus familias. Eran dominantes y naturalmente no les importaba nada.
Miró deliberadamente hacia adelante. Justo cuando estaba a punto de pasar el bosque, se detuvo en seco y se giró, dirigiéndose hacia lo profundo de los árboles donde los sonidos de batalla se hacían cada vez más fuertes.