—Lucille, sin embargo, contestó:
—Lo sé.
—En el momento en que lo vio, ella comprendió.
—Porque ella fue quien le dio a Robert su nombre, y también lo había diseñado ella misma.
—Cuando era joven, Rafela le acarició la cabeza y le preguntó:
—¿Qué tipo de regalo quieres, Bobo?
—Ella dijo:
—¡Quiero un hermano guapo que pueda luchar por mí! ¡Y que también gane!
—Luego le entregó a Rafela un dibujo que había hecho al azar y sonrió inocentemente:
—¡Justo como este! Quiero que se llame Robert Evans.
—Qué bonito nombre. Este dibujo también es maravilloso.
—Rafela se rió y dijo amablemente:
—Mientras tú lo quieras, Bobo, ¡haré lo posible!
—La gente de la familia Jules nunca rompía su palabra. Incluso si era solo Lucille jugando de niña, mientras ella lo quisiera, la familia intentaría hacer realidad su sueño.
—Finalmente había recibido su regalo, aunque con diez años de retraso.
—Lágrimas brotaron en los ojos de Lucille.