Lucille extendió la mano para tocar la pantalla y sus ojos de repente comenzaron a llenarse de agua.
—Abuela, madre, abuelo y padre. Los extraño a todos tanto...
La noche fue larga y solitaria.
En la villa de al lado...
Joseph todavía estaba acostado en la silla de descanso. Sus ojos estaban cerrados y sus dedos limpios y esbeltos tocaban la cabeza del pequeño gato. Nadie podía adivinar lo que estaba pensando.
Culver avanzó, cerró la ventana y susurró:
—Es tarde, señor Joseph. Es hora de que descanse.
—Sí —respondió perezosamente. Sin embargo, no se movió.
Culver dudó durante dos segundos y tentativamente preguntó:
—Señor Joseph, el vestido que la señora Collins llevaba en la fiesta de compromiso prueba que no hay cicatriz en su espalda. Significa que ella no es la persona que está buscando. En ese caso... ¿debemos continuar buscando a la niña que rompió su promesa en la Calle de Vida y Muerte?