Capítulo 1: Limbo
Muerte.
Ese es el final y yo lo acabo de obtener.
¿Y qué pasó?
Bueno y que sé yo. Solo soy un mortal.
Solo sé que después de ahorcarme, terminé aquí.
Sin lujo de movimiento, sentidos y cualquier otra cosa que pudiera ser considerada humana. Era solamente un ente vacío sin existencia de materia. Tan solo un alma quizás vagando en la oscuridad.
O mejor dicho postrado en la oscuridad.
No sé cuánto tiempo pasé así, pero llegó el momento en que algo o mejor dicho alguien me habló.
Se oía lejano y a la vez tan cercano que asustaba. Y por supuesto mi desdicha era tan mala que la voz era de un hombre. Triste, incluso en la muerte no soy capaz de ver a una mujer dirigirse a mí. Pero bueno. Su voz no suena tan mal, tal vez sea algo que pueda ser cogido…
— Sabes que puedo oírte— su voz era melodiosa y malditamente sexy. Creo que la muerte me está cambiando de bando.
¿En serio?
— Sí, y me sorprendes…— hizo una pausa— Es increíble cuánto tiempo de inmortalidad posees.
¿Cuánto qué?
— Tiempo de inmortalidad—
Sí, ya para no me interesa esas bobadas, dónde demonios está la muerte.
— Maldito como te atreves a faltarme el respeto— no podía verlo, pero podía notar su ira. Y de seguro ahora estaba lleno de eso y bueno, totalmente rojo, alzando una ceja o algo así.
Lo que digas… Ahora dime dónde está la muerte.
— ¿Acaso no sabes quién soy?
Un demonio, un vampiro, un humano, mis memorias, otra vida, una perra, un dios que demonios me importa.
Solo quiero saber dónde demonios está mi maldita muerte.
— Hijo de puta, soy el creador de este universo, soy un Dios, tu Dios.
¿Y qué? Quiero a mi muerte no aún viejo, lleno de grasa y granos, así que dámela y piérdete.
— Pensé en darte otra oportunidad, pero me has hecho arrepentir. Borraré tu alma de la existencia.
Y dicho eso sentí como si algo en mi interior fuera introducido. Sentí que quería desgarrarme y borrarme de la existencia. Me quería consumir. Era bastante doloroso. Y por un momento creí que iba a morir sin obtener mi muerte, pero por alguna extraña razón la fuerza invasora se detuvo.
— Tienes suerte… mortal. Esa loca te desea, así que por ahora no puedo tocarte. Pero llegará el día en que te haré trizas. Algún día te mataré.
Y acto seguido perdí la conciencia.
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Cuando la recupere sentí un fuerte dolor de cabeza. ¿Pero como era posible si ni cuerpo poseía? Y al hacerme la pregunta me percaté de dos cosas.
Primero ya tenía un cuerpo.
¿Y segundo, porque demonios era el de un niño?
¿Qué estaba pasando?
— Estás confundido por lo que veo.— Una voz resonó por lo alto. Intenté buscarla.
No hallé nada.
— No puedes verme, ¿verdad?
— Oh, claro que puedo. Simplemente, me hago el de la vista gorda.— aproveché que podía hablar y dije lo que pensaba.
— Esa fue una mala broma— dijo.
— No era broma, era sarcasmo. A todo esto, ¿quién demonios eres y dónde estás?
— Soy pues lo que querías— Hizo una pausa— Muerte.
— ¿Eres la muerte? ¿Mi muerte?— le pregunté.
— Si, soy la muerte pero no solo tuya sino de todos los seres pues no puedo servir a uno solo ¿verdad?
— Totalmente cierto— No oculte mi enojo.
— Veo que esas palabras te molestaron. ¿Por qué?
— La muerte es mía y solo mía. Nadie más puede tenerla.— declaré absoluto.
Por unos segundos hubo un silencio sepulcral.
— Je, eres bastante interesante.
— Podrías mostrarte y responder mi pregunta. La gente pensará que estoy loco hablando solo.— mientras decía eso mire a mi alrededor y todo lo que ví era oscuridad.
— Bien, ya va siendo hora.— hubo un chasquido y de nuevo su voz resonó— ¿Que prefieres un hombre, una mujer o ambos?
Su pregunta me desconcertó pero de pronto caí en conclusión. Era la muerte, obviamente no tendría sexo fijo pues no era nada más que muerte.
Y entonces pensé.
¿Que prefería? Obviamente una mujer…
Pero…
Pero…
Pero…
Pero…
Pero…
Quiero una mujer.
¿Que? Acaso pensabas que pediría otra cosa. No soy gay y mucho menos bisexual.
— Una mujer.
— Me parece bien— Y acto seguido apreció frente a mi la supuesta muerte.
Y debo decir que no me decepcionó. Era hermosa. Sumamente bella.
Una larga cabellera negra tan profunda y oscura que podría confundirse con la oscuridad misma. Su piel tersa y blanca palida como la misma nieve. Un cuerpo divinamente sencillo y a la vez tan malditamente perfecto. Pechos pronunciados y caderas curvilíneas. Un cuerpo sencillamente delicioso.
Era perfecta.
Y sus ojos eran sin duda el epítome de la creación.
Eran un abismo sin fin, lleno de nada más que oscuridad. Era absorvente y de ser posible me encantaría mirarlos siempre.
— Siento fascinación proveniente de tí. ¿Se debe a la forma que he tomado?
— Ahora entiendo— dije con una sonrisa.
— ¿El que?— me cuestionó.
— La razón por la cual nadie ha regresado jamás de la muerte. Quien querría volver cuando es tan perfecta.— expresé mis más sinceros pensamientos.
— Gracias por el cumplido— Su semblante se mantuvo inexpresivo. Desde que apreció eso no ha cambiado.
— ¿Dónde estamos?
— Cierto, no lo sabes. Estamos en el limbo. Mi hogar.
— ¿Limbo? ¿Que es?
Había escuchado antes la palabra pero no sabía de que se trataba.
— De manera simple el limbo es donde van las almas que no fueron ni al cielo ni al infierno y quedan vagando en el limbo.
— Oh, claro eso tiene sentido.
— ¿Entonces dime porqué querías morir?
— Eso ya te lo respondí. Quería obtener la muerte, mi muerte.— dije.
— Entiendo pero esas palabras implican más de lo que muestran ¿verdad?— Ella me miró. El abismo en sus ojos amenazaba con tragarme. Y por extraño que parezca eso me puso erecto. Mi pequeño hermano estaba saludando al mundo mucho antes de lo previsto.
— Haa esa mirada tuya me está excitando mucho. Bien decidido. Cásate conmigo muerte. Conviértete en mi esposa y se mia solamente mía mi muerte y de nadie más.
Tras esas palabras pude ver como el semblante de la diosa temblaba. Que pasaba. Estaba nerviosa, indignada, alegre o era algo más. Su rostro antes inexpresivo ahora era un mar de emociones que no parecía tener fin y me eran difíciles de comprender.
— ¿Crees que mereces ese derecho? Una criatura tan débil. Un insecto mediocre. Un mortal. Crees que tú puedes tenerme. ¿Acaso estás loco?— sus plantas no contenían otra emoción más allá de la consternación.
— Nunca dije que estuviera cuerdo.
— Sabes eres muy interesante pero incluso si yo quisiera. No te conozco. Así que es imposible.
—Eres una mala mentirosa. Eres la muerte obviamente sabes todo de mi. Una vez que pusiste tus manos en mi alma. Una vez que me permitiste entrar en tu casa lo supiste todo de mi. Y además si no te gustará aunque sea un poquito ya me hubieras votado de este lugar después de todo soy solo un mortal.
— Tu…
— Te lo preguntaré una vez más ¿aceptas casarte conmigo muerte?
— Haa, dije que no.
— Vale. Entonces nos casaremos.
Ella me miró extrañada.
— ¿Acaso no escuchaste? Me negué a casarme contigo. No lo haré.
— Si te escuché ¿pero sabes que? No me importa. Me casaré contigo y punto.
— ¿Y como planeas hacerlo?— pregunto.
— Simple, tan simple como respirar.— dije y caminé hacia ella. Ella no se movió solo me miró.
Estando a solo unos centímetros sentí como mi cuerpo crecía. No preguntes como pues no sé nada del porque.
Solo se que la muerte me miró y yo a ella.
Y sin darle aviso la bese en los labios.
Ella se sorprendió.
Y cuando sentí su suave tacto. Todo mi ser fue electrocutado. Sentí millones de emociones negativas y dolorosas. Sentí la muerte. Sentí que todo mi ser iba a desaparecer. Me estaba consumiendo. La muerte quería mi muerte y pro alguna razón. Mi razón, mis instintos me pedían alejarme. ¿Pero por qué lo haría?
¿Por qué los escucharía? Lo que siempre he querido está frente a mi. La muerte. Ella será mía incluso si para ello debo ser borrado. Me casaré con la muerte.
Y tras varios minutos. Me separé un hilo de saliva conectaba nuestros labios.
— Ahora me perteneces. Después de todo una vez besada pro mi. Estas ligada a mi por siempre.
Y perdí el conocimiento.
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Lo vio desmayarse y al verlo perder el conocimiento. Ella sonrió.
'Lo sabía. El es el indicado' la muerte penso.
Ella había actuado muy bien. Si damas y caballeros todo lo relacionado con estos acontecimientos eran un acto por parte de la muerte. Ella lo conocía. Ella sabía todo de su existencia. Igualmente, ella lo quería y lo obtendría, aunque no esperaba que fuera tan pronto.
Estaba contenta y una sensación de alegría inundaba su ser.
'Bueno ya va siendo hora de ponerme en marcha.'
'Por ahora no podemos estar juntos pero cuando hayas crecido y podido sostenerte podremos'
'Por ahora me limitare a observarte y devolverte a la vida antes de que esa perra loca se de cuenta de que has muerto'
'Adios amado mío. Algún día nos volveremos a ver'
Y la mujer alzó la mano y en ella un orbe de luz negra se formó y luego su color cambio. Se volvió brillante como la luz misma y fue devuelta a la tierra. Fue devuelta a la realidad.