Estaba a punto de caer en el sueño cuando de repente Hayden tomó mi mano en la suya. Sostenía mi mano mientras yacíamos uno al lado del otro, mirando las estrellas en el cielo. Desearía que las estrellas no tuvieran ojos y no fueran testigos de lo que acabábamos de hacer. Ese fue un pensamiento tan tonto y también me hizo sentir muy tonta.
—¿Por qué estabas llorando? —preguntó Hayden de la nada.
Honestamente, no tenía idea a qué se refería.
—¿Eh? —dije preguntando.
—El día que dormí contigo... Tía me dijo que te vio llorar cuando saliste de mi habitación. ¿Por qué estabas llorando, Malissa? —preguntó Hayden mientras giraba la cabeza hacia un lado y me miraba directamente.
Mis ojos se abrieron de par en par por la sorpresa y la conmoción. ¿Tía le contó eso a Hayden? También me sorprendió cómo podía preguntarme algo así con total seriedad. ¿Qué tan directo puede ser este hombre?
—Yo... no es nada —respondí.
