—Hayden... —susurré su nombre, suplicante.
—Dilo... dime qué quieres que te haga —ordenó Hayden.
—Hazme... venir... Hayden... —gimoteé entre mis gemidos incoherentes de placer y deseo.
No podía esperar más. Quería sentir sus dedos penetrando profundo dentro de mí. Quería que frotara mi punto de placer interno hasta que alcanzara el clímax.
Grité y mis caderas se elevaron bruscamente al repentino embate de los dedos gruesos de Hayden en mi empapado agujero del coño. Hayden había introducido dos dedos profundo en mí de un duro empujón. Sentí mi apertura mojada estirarse para acomodar su entrada mientras sus dedos me llenaban profundamente. Gemí con felicidad y cerré los ojos ante la satisfacción de sentir mi agujero del amor completamente lleno.