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—¿Por qué tenías que involucrar a Malissa? Es tan inocente como un niño... —dijo Hayden con un suspiro.
—Esta es la forma que ha elegido para pagar la deuda de sus padres. Es así de simple —respondió el jefe fríamente.
—Quieres decir que este fue el camino que le forzaste... —escupió Hayden.
—¿Preferirías que subaste sus órganos en el mercado negro? ¿O que la ponga en subasta para que algún viejo decrépito la compre como su esclava sexual personal? Me pregunto si eso siquiera cubriría la deuda... probablemente no —dijo el jefe con una sonrisa divertida en su rostro.
—Eres un maldito enfermo... —siseó Hayden; sus ojos salvajes de ira.
—No me importa cómo me veas, Hayden. ¡Tengo mis responsabilidades y tú tienes las tuyas! ¡Cásate con ella, acuéstate con ella, impregna la y dame ya un heredero! —gritó el jefe de nuevo.
—¿Pero qué mierda estás diciendo? ¿Si quiera te escuchas a ti mismo ahora? —dijo Hayden incrédulo ante lo que estaba escuchando.