—Ahh... Ahh... Ahh... —gimo repetidamente mientras arqueo mi espalda, empujando mi pecho hacia su mano.
—Eres una pequeñita perra, Malissa. Tus gemidos traviesos se hicieron más fuertes —dijo Hayden, claramente satisfecho.
Ya no podía concentrarme mientras mi cuerpo se derretía con cada una de sus caricias placenteras. Ahora que mis muñecas estaban atadas, las manos de Hayden eran libres para jugar con mi cuerpo. Sus manos inmediatamente agarraron mis senos simultáneamente antes de apretarlos juntos, haciéndome gritar ante la intensidad del placer que me hacía sentir.
Observé el rostro guapo de Hayden mientras él también miraba mis reacciones. Sus dedos pellizcaron ambos pezones y mi cuerpo se retorció bajo él. Jadeé y gemí mientras él rodaba mis pezones endurecidos entre sus dedos antes de tirar de ellos. Se sentía increíble, mi cuerpo estaba tan sensible, y lo sentía cada vez más. Me estaba volviendo loca con mi deseo por él.
