—El yate del padre de Paul era el mejor lugar en el que habíamos fiesteado —comenzó Chad—. En parte porque era grande y lujoso con todas las comodidades que pudiéramos imaginar. Pero sobre todo porque el padre de Paul lo mantenía lleno de licor de alta gama, y Paul lo mantenía lleno de chicas y pastillas para dormir. Y cocaína.
—Me metí una raya del cuerpo de una rubia que casi saltaba fuera de su sujetador de bikini. Eso y el whisky Macallan me tenían eufórico y feliz.
—Cuando el hermano de Paul, Ted, subió de las cubiertas inferiores con un revólver, la mayoría de nosotros estábamos demasiado borrachos como para siquiera registrar que había un arma a bordo.
—La rubia de la que me estaba esnifando coca se rió y señaló —continuó el relato—. "Tiene una pistola grande."
—No tan grande como la mía, nena", resoplé, atrayéndola a mi regazo.
—Vamos a jugar a la ruleta rusa", Ted balbuceó, dejando el revólver sobre una mesa.