Becca.
Nos sentamos en la terraza de La Loggia bajo una sombrilla blanca, una ligera brisa jugueteando con el mantel y la tela de la sombrilla.
—Los chicos estaban cerca, pero ya me estaba acostumbrando a su presencia y les permitía desvanecerse en el fondo.
—¿Cómo está la fruta? —James me preguntó, señalando con un tenedor lo que había pedido.
Era una especie de tarta, si tenía que aventurarme a adivinar, pero sin la base. —Es exquisita —dije—. ¿Y tu... torre de carne?
James estalló en carcajadas. —Mi 'torre de carne' está deliciosa, gracias.
—Qué bien. —Me sonrojé, pero no sabía italiano, y James había ordenado por nosotros, por lo que aunque hubiera subtítulos en inglés, no los habría visto.
Compartimos lo que pensé que era flan de postre, decorativamente cubierto de salsa. Casi era demasiado hermoso para comerlo, pero James empezó a comer con un tenedor y me acercó un pequeño bocado a los labios antes de que pudiera protestar.
Estaba para derretir en la boca delicioso.