—No puedo creer que no me dejes ayudarte —suspiró mientras colocaba mi última bolsa en el maletero—. No me gusta la idea de que conduzcas.
—Dando una risa suave, me giré hacia él, levanté una ceja y sonreí mientras cerraba el maletero—. Lo has dicho varias veces ya, pero otra vez, estaré bien. Honestamente, te preocupas demasiado.
—No me preocupo lo suficiente, Becca.
No estaba segura de dónde venía este sentimiento, pero acercándome a él, me besó suavemente, rodeando mi cintura con sus brazos —Desearía que no tuvieras que irte.
—Lo sé... —respondí con un suspiro pesado—. Pero tengo escuela, y solo piensa, en un mes y medio habré terminado este curso y seguiré con mi práctica.
—Al respecto... ¿has pensado dónde la vas a hacer? —Moviendo la cabeza que no, dejé que una pequeña sonrisa cruzara mis labios—. No, pero en cuanto lo sepa, te lo haré saber.