El vuelo pasó más rápido de lo que pensé, y cuando las ruedas del avión tocaron la pista en Miami, estaba lista para ver a todos. No podía esperar para abrazar a Allegra y pasar tiempo muy necesario con ella.
—Si esperas aquí un momento, cariño, me aseguraré de que carguen todo en el coche y luego volveré por ti —dijo Neal mientras se levantaba y besaba mi mejilla.
Alzando mi mirada hacia él, sonreí asintiendo. —Suena bien.
Desde el momento en que despegamos de Ciudad de Nueva York, Neal había estado envuelto en un torbellino de emociones. No estaba muy segura de qué le molestaba, pero tenía la sensación de que tenía que ver con nuestro viaje a Miami en general. Entendí que estaba preocupado por los problemas relacionados con James, pero no podía permitir que eso arruinara nuestro viaje.
Estos planes se habían hecho mucho antes de que él me contara sobre los problemas con los rusos, y era mi trabajo demostrarle que no teníamos nada que temer.