—Lucas... —El sonido de la molesta voz masculina con la que estaba demasiado familiarizado me puso tenso cuando me giré para ver a Silas avanzando hacia mí con pantalones de vestir y una camisa verde remangada hasta los codos. El hombre parecía como si acabara de salir de una sesión de fotos, y por mucho que los otros hombres a mi alrededor sonrieran, saludándolo, yo no podía compartir su emoción.
En cambio, resoplé y me giré hacia mis cosas esparcidas en un banco y comencé a meterlas de nuevo en mi bolsa de deporte. Si Silas venía a hablar conmigo, planeaba que fuera corto, dulce y al grano... No quería hablar con él.
—Lucas, necesito hablar contigo —colgándome la bolsa al hombro, sonreí de lado negando con la cabeza—. Sí, bueno, no tengo nada que decirte, Silas. Ve a buscar a alguien más a quien joder.