Cassie.
No esperaba encontrarme con Silas de camino a casa, pero ahora que estaba frente a él, en realidad estaba contenta. Me había permitido enfrentar un momento de debilidad al dejar que mi corazón jugara trucos con mi mente. Pensar que lo del compañero era posible con Lucas fue una decisión estúpida desde el principio.
Alejándome de Silas, me sequé rápidamente las lágrimas y forcé una sonrisa en mi rostro.
—Dios, me siento completamente estúpida —susurré mientras miraba hacia sus ojos avellana—, eh... ¿cómo estás?
Silas me miró, soltando una pequeña risita mientras alcanzaba a tocarse la nuca, como si dudara en hablar.
—Estoy bien. De hecho, venía a verte, pero veo que lo que tenía que decir puede esperar... ¿qué sucede? ¿Por qué lloras?
¿Él venía a verme? El pensamiento era dulce, pero no estaba segura de por qué él se habría molestado en venir a verme.
—Eh, nada. No estoy triste, más enojada que otra cosa —respondí.
—¿Enojada por qué?