Dicen que cuando pierdes algo que más amas, tu mundo deja de girar y nada tiene sentido ya. Nunca pensé mucho en cómo sería mi vida sin las personas más cercanas a mí. Pero en el momento en que mi vida se enfrentó a decisiones difíciles y malas decisiones, me di cuenta de que no había vuelta atrás.
—¿Cómo te atreves a tocar lo que es mío? —el comentario rugido que vino de Lucas resonó por toda la zona. El pánico consumió a los que nos rodeaban mientras observaban la escena ante ellos desplegarse. La gente corría, gritando por ayuda, y yo sabía que en algún lugar cercano, mis padres intentaban desesperadamente averiguar qué estaba causando el caos.
El caos se centraba en mí.
—¡Detente! —grité mientras los dos tipos se enfrentaban el uno con el otro. Garras volando por el aire, cortes siendo hechos sobre la piel, aullidos de dolor, rugidos de ira. Todo era demasiado para mí, y mientras saltaba de pie, intenté desesperadamente encontrar una forma de poder detener todo.