—¿Todavía quieres ir al pueblo hoy y buscar cosas para la guardería? —pregunté, intentando evaluar si estaba de ánimo para hacer algo.
Sus ojos se encontraron con los míos por el más breve de los momentos, y como si estuviera apartando una fuerza externa que nublaba su mente, asintió con la cabeza y dejó que una pequeña sonrisa de alegría se le escapara en el rostro.
—Sí, definitivamente. Me gustaría empezar con todo. Digo, sé que hay mucho que ustedes van a hacer por mí, pero realmente quiero ser parte de ello.
Me alegró que estuviera entusiasmada por la llegada de los gemelos, porque de las conversaciones que tenía con los chicos, nos preocupaba que estuviera arrepentida de su decisión de estar con nosotros y de tener a nuestros hijos.
Durante los últimos tres meses, no había hecho nada más que evitar el tema de los niños no nacidos o cualquier cosa relacionada con bebés.