—Puedes explicarlo aquí —le respondí, cruzando los brazos sobre mi pecho.
—Está bien —sus palabras, dichas entre dientes apretados.
—Mira —dijo con un suspiro—, conozco a Caleb desde la preparatoria. Es mayor que yo y, cuando él encontró a su compañera antes que yo, estaba feliz. Sorprendentemente, solíamos ser amigos.
—Ya me lo imaginaba —finalmente respondí—. Pero, ¿cuál es el problema con esta compañera?
—El día que Caleb cumplió dieciocho años y obtuvo su lobo, encontró a su compañera. Su nombre era Sophia —su nombre se deslizó por mi lengua y aún así, algo sobre su nombre parecía encender una chispa en los ojos de Damian.
—¿Te importaba ella? —negando con la cabeza suspiró:
— No de la manera en que piensas. Los tres éramos amigos cercanos, pero en lugar de alegrarse por estar emparejada con Caleb... ella lo rechazó.