—Papá, ven rápido —instó Qin Bei cuando lo vio parado sin moverse.
—Ya voy —Qin Yan lanzó una mirada profunda hacia Yu Ze, negando con la cabeza internamente. Imposible. Esa persona había desaparecido hace mucho tiempo.
Sin pensarlo mucho, corrió hacia Qin Bei.
Yu Ze también notó su mirada, sus ojos parpadeando ligeramente.
Qin Lie se acercó, impasible. —Si es necesario, lo atraigo lejos.
Era obvio a quién se refería.
Tanto Qin Yan como Yu Ze lo conocían bien.
Al oír esto, Yu Ze negó con la cabeza. —Gracias, pero no es necesario.
Desde que entró aquí, no había tenido miedo de ser reconocido.
Antes, ciertamente había temido ser reconocido, asustado por los rumores y las miradas despectivas, prefiriendo esconderse en la oscuridad. Pero después de tres años, era hora de que saliera a la luz.
Mirándolo y viendo su comportamiento tranquilo, Qin Lie asintió ligeramente y no dijo más, llevando a Zhouzhou lejos.
