Los juegos en el jardín de infantes nunca fueron demasiado difíciles. Con un gran grupo de niños divididos en equipos de cinco, las tareas eran idénticas para todos, enfocándose tanto en la precisión como en la velocidad.
Qin Yan sostenía la pizarra, observando a la niña a su lado, su cola de caballo atada alto, y se enderezó con confianza. ¡Tenía esta ronda en la bolsa!
—Yo adivinaré —Ye Lingfeng empujó a Qin Lie a un lado, quedándose de pie frente a Zhouzhou. Qin Lie no lo discutió, moviéndose hacia un lado para ver.
Ye Lingfeng lo miró levemente sorprendido. ¿Por qué estaba siendo tan complaciente esta vez? No se detuvo a pensar en ello, en cambio miró a Zhouzhou con un brillo de confianza en su ojo.
¡Hoy, haría que Zhouzhou lo llamara "papá"!