—Está bien —Qin Lie sacudió la cabeza, sosteniendo su mano en su palma, con las cejas levantadas de manera dominante—. ¿Quién puede intimidarme?
—¿En serio? —Zhouzhou no lo creía del todo, mirándolo escépticamente.
—En serio —Qin Lie asintió con firmeza.
Zhouzhou lo miró fijamente por un momento, viendo su expresión tranquila que no parecía una pretensión, y luego suspiró aliviada—. Entonces puedo estar tranquila. Si alguien intimida a Papá, debes decírmelo, y yo les daré una paliza por ti.
Mientras hablaba, hizo un puchero y lo besó en la frente—. Haré que Papá sea un año más joven. Papá, ya no tienes permitido fruncir el ceño, no se ve bien.
Qin Lie se ablandó con los mimos de la niña, y una sonrisa apareció en sus ojos—. Acabo de envejecer diez años hace un momento, restar un año no es suficiente.
Zhouzhou entendió al instante y picoteó su rostro como un pájaro carpintero.
—¿Es suficiente? —preguntó con una sonrisa traviesa.