Al oír la voz, Zhouzhou levantó la vista y disminuyó la velocidad con la que masticaba la fruta. Lo miró fijamente, su pequeño rostro decía seriamente:
—No puedes.
—Aw, qué linda —él no se enojó tampoco, pero no levantó el trasero de la silla.
La pregunta que hizo después de sentarse ahora carecía de sinceridad.
Con las manos casualmente sobre la mesa, sonrió a Zhouzhou. Con su cabello dorado y ojos azules, habló chino con fluidez.
Era bastante joven, parecía tener alrededor de veintisiete o veintiocho años. Estaba limpio y ordenado, incluso su cabello estaba meticulosamente peinado. Desprendía un aire de caballero. Sin embargo, en los ojos de Zhouzhou, parecía falso.
Frunció el ceño con descontento.
Viendo su reacción, él sacó un caramelo de su bolsillo y se lo ofreció, diciendo:
—Esto es un regalo por nuestro primer encuentro. Es para ti.
Mientras hablaba, lo colocó frente a ella.