—No era una broma. Pediste mi respuesta sincera y esa es mi respuesta sincera. Creo que tu mejor opción es casarte conmigo y cuanto antes, mejor —respondió Eduardo sin pestañear. Era tan serio.
—¿Puedes decirme por qué? —pregunté.
—Es tarde. Debes estar cansada, así que deberías dormir ahora. Podemos retomar esto mañana —respondió Eduardo mientras se levantaba rápidamente del sofá y se dirigía hacia la puerta.
—Eduardo... —llamé su nombre suavemente.
—Mi habitación está al final del pasillo... en caso de que necesites algo —dijo Eduardo sin voltear.
Se había ido antes de que pudiera pensar en algo que decir. ¿Qué hago ahora? ¿Sigo su consejo y simplemente me voy a la cama?
...