—Necesito soportarlo, de lo contrario no puedo desnudarlo —ignorando sus manos, moví mi cuerpo más abajo para que mi cara estuviera a la altura de su cintura—. Necesito desabrochar su cinturón. Esto es humillante —pensé, mientras inclinaba mi cabeza hacia su entrepierna para morder la correa de cuero de su cinturón. Eduardo se rió como un niño y me dijo que le hacía cosquillas mientras yo movía mi cabeza luchando por liberar la correa de cuero de la hebilla de su cinturón.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Eduardo con picardía.
—No... necesito —dije mientras me ocupaba de liberar la correa de cuero—. Puedo hacer esto...
—Eduardo se rió antes de dar palmadas alentadoras en la parte posterior de mi cabeza con su mano—. Logré desabrochar su cinturón. Estoy bastante asombrada por mi logro. Sin embargo, quitándole los pantalones, parecía imposible.
—¿Necesitas ayuda? El tiempo corre, Natalia —preguntó Eduardo de nuevo.
—Esta vez, asentí con la cabeza.