Eduardo me soltó después de un rato y yo hice una pausa para recuperar el aliento. Mi cuerpo temblaba ligeramente por su sorpresivo beso. Él me sonrió un poco pero no dijo nada. Nos miramos en el espejo. Creo que parecemos un poco una pareja con nuestra ropa a juego. No estoy segura de cómo se sentirá Eduardo al llevar rosa claro, pero personalmente creo que le queda bastante bien. Si sus ojos son del color de las hojas verdes, entonces el rosa de su camisa sería el color de los pétalos de las flores.
*Toc Toc Toc*
—Maestro Eduardo, la cena está lista como ha ordenado —dijo Ralph desde el otro lado de la puerta.
—¿Vamos? —preguntó Eduardo con una sonrisa mientras tomaba delicadamente mi mano en la suya.
En el momento en que salimos del cuarto de vestir y entramos al pasillo, el teléfono de Eduardo sonó. Eduardo frunció un poco el ceño cuando vio quién llamaba.
