—¿Qué hago? No puedo usar mis manos... entonces, ¿cómo se supone que debo registrarlo? Si el collar está en su cuerpo, tengo que desnudarlo, ¿verdad? ¿Cómo hago eso...?
—Miré fijamente a Eduardo mientras él se quedaba quieto observándome con una sonrisa en su rostro. ¡Cuando me quite estas esposas, lo voy a golpear!
—El tiempo corre, Natalia... ¿vas a hacer algo? ¿O... debería empezar yo? —Eduardo me provocaba mientras me sonreía de manera juguetona. Por lo que a él respecta, este juego debe ser muy entretenido.
—¿Por qué este tipo lleva traje y corbata hoy? ¿Por qué no puede estar en sus calzoncillos o algo así, con menos piezas para quitar?!
—No tengo otra opción, si no puedo usar mis manos, entonces...
—Lentamente caminé hacia Eduardo, que seguía inmóvil como un niño bien portado. No puedo creer que esté haciendo esto... ¡pero! ¡No voy a perder!
—Primero, necesito quitarle la chaqueta del traje. Gracias a Dios que no está abotonada...