La mañana siguiente, tenía un dolor de cabeza muy fuerte porque no pude dormir nada. No dejaba de rebobinar en mi cabeza el recuerdo y la sensación de los besos de Zak. Me hacía sentir el pecho apretado, el corazón acelerado y el cuerpo caliente. No sé cuándo empezó, pero Zak se volvió muy importante para mí.
Llevaba toda la mañana mirando mi teléfono, pero el mensaje de texto nunca llegó. Fui a la escuela y me sorprendió la falta de atención que me mostraron mis compañeros. Era como si no supieran cómo reaccionar ya que no me habían visto en clase desde hacía mucho tiempo. Ahora es hora del almuerzo, pero todavía sin mensaje de Zak. ¿Debería pasar por su casa y disculparme? Pero ¿y si no quiere verme? El día escolar terminó y mi conductor me recogió. Saqué mi teléfono, todavía sin mensaje de Zak.
