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—Ah... Estoy... bien —respondí entre jadeos y gimoteos—. ¡Por favor, que esto termine pronto!
—Entiendo. Por favor, trata de aguantar un poco más —Reiner respondió mientras sus manos continuaban apretando mis pechos.
Ahora que parecía satisfecho de que mis pechos estuvieran limpios, comenzó a mover sus manos hacia el llano de mi estómago. Se aseguró de limpiar bien mi vientre con movimientos circulares de sus manos. Sentía un dolor placentero en la parte baja de mi estómago mientras seguía acariciándome. Dejé escapar pequeños gemidos y mi coño comenzó a contraerse sin parar. Estaba bastante segura de que ahora estaba muy húmeda ahí abajo y la oleada de calor mojado que acabo de sentir entre mis piernas me debe haber dejado ya empapada.
Reiner se agachó para prestar atención a mis piernas mientras comenzaba a limpiarlas desde los pies, tobillos, pantorrillas y luego subiendo hasta mis muslos. Uf... vamos a terminar pronto.