Suspendo mi contoneo y comienzo a montarlo pecaminosamente. Me encanta montar a este macho porque adoro excitar la larga y gruesa porción de carne sabrosa entre sus muslos, ya que solo yo tengo el poder de hacerlo. —Tea —Él gruñe con el ceño fruncido por mi tortura, pues soy feroz y vigorosa con mis travesuras. El sonido de mis nalgas golpeando contra sus muslos hace que mi coño se contraiga con un ansia carnal, ha estado hambriento por demasiado tiempo y me aseguraré de que obtenga su suculento festín hoy.
Nuestras miradas están pegadas entre sí y con mi espalda arqueada, su mano alrededor de mi cuello disfruto de nuestra salvajismo. Fobos cierra sus ojos saboreando la forma en que nuestros cuerpos chocan de una manera deliciosa y a mitad de camino sus caderas comienzan a moverse por su cuenta encontrándose con mi trasero en el medio con embates más duros y yo maúllo en éxtasis. Sí, ahora no podrá negarme.