Su polla enorme envuelta en toalla muele sin piedad contra mi coño lloroso y me esfuerzo desesperadamente por subir el dobladillo de mi falda para descubrirle su banquete empapado —mantén tus manos sobre la mesa. No recuerdo haberte pedido que te movieras, Tea —él gruñe con aspereza y yo me sobresalto, deteniendo al instante mis acciones ante su comando dominante mientras él me empuja hacia abajo aún más con sus caderas fuertes.
Ya no puedo hacer esto, realmente le deseo más que nunca. Esto es tortura y sé que lo está haciendo para demostrar algo, pero no me importa. Estoy hambrienta y comeré.
—Por favor, Fobos —sollozo sin vergüenza, encontrando cada embestida afirmativa de su pelvis a medio camino mientras él me monta vigorosamente y le revelo mi anhelo de ser devorada. Le estoy ofreciendo todo, pero se niega a tomarlo.