Su sonrisa desaparece de su rostro en cuanto las pronuncio y baja la mirada a sus pies calzados con bailarinas rosas y calcetines blancos con volantes. —Conseguí este hace dos semanas. He estado intentando decírselo a Gio pero a él nunca le importa. Dijo que estaba ocupado y que hablaría conmigo en otro momento, pero nunca lo hizo.
—¿Qué tal si se lo decimos hoy? —pregunto con una sonrisa alentadora.
—No. Ya no quiero. Tengo muchos trofeos como ese que nunca le he mostrado antes. No necesito su admiración. ¿Y Tea?
—Sí, Gianna.
—¿Puedo pedirte un favor?
—Por supuesto.
—Aunque no me permiten ir a la escuela, la maestra siempre me da la bienvenida para participar en sus clases. Me divierto mucho con ella. Y hay esta presentación donde tengo que traer a un miembro de mi familia y hablar de ellos. Sé que los demás traerán a sus padres y como yo no tengo ningunos, ¿p-puedes venir conmigo?