Queriendo distraerme, reviso el bolsillo de mi falda floral hasta los tobillos y saco el nuevo teléfono celular plateado que Cronos había puesto en mi mano unos minutos antes de mi partida a Italia. El único número que contiene es el suyo y de nadie más, ni siquiera el de Lumina debía guardarse en los contactos. Lo había hecho por mi seguridad y también quería ser parte del crecimiento de mi macho. Cronos ya había sido tío cuando nació Kal pero esto es diferente, mi macho es su sobrino por sangre no por elección.
Solo toma dos timbres ser recibida por la voz afectuosa de mi hermano. —Hola, lobita. Me saluda y siento todo el cariño que tiene por mí en su tono.
—¿Es buen momento? —pregunto.
—Sí. Acabo de llegar a casa.
—¿En serio? Entonces, ¿puedo preguntarte cuál es tu perspectiva final de mi manada?