Él, sin decir palabra, vuelve al hacha y levanta un tronco, colocándolo en el centro del tocón de árbol para partirlo en dos mitades idénticas.
—Sí. Simplemente aniquilaré a cualquier macho que se atreva a mirarte de manera indebida. No es tarea de las hembras vestirse de forma más recatada, sino de los machos saber el significado del respeto y mantener sus ojos, y sus pollas, para ellos mismos —gruñe él con aspereza mientras alza el hacha y parte el grueso tocón en un golpe fluido. El tronco tambalea por unos segundos, reaccionando a su vigor, y estalla en dos mitades que caen a ambos lados.