Colocando la taza vacía en el suelo, dirijo mi ansiosa y ávida mirada hacia él, hay una pared que ha levantado entre nosotros. Una pared que puedo escalar fácilmente excepto cuando se trata de apareamiento y sigue ahí ahora debido a la forma en que estoy vestida. Me arrastro hacia su calor y tímida apoyo mi cabeza en su pecho preparándome para el dolor que llegará para encadenarme en unos segundos. Se tensa ante mis acciones, pero no me aleja. En cambio, baja su brazo derecho y lo rodea alrededor de mi cintura, acercándome más a él.
—¿El dolor es insoportable?
—No, pero duele mucho aunque solo por unos minutos no me gusta —suspira como si sintiera pena por mí que tengo que pasar por esto—. Su agarre se endurece mientras se inclina para poner sus labios en la parte superior de mi cabeza mientras sonrío bañándome bajo el resplandor del abrazo de un amante.