—No necesitas esto realmente, Fobos —murmuró levantándose sobre las puntas de sus pies intentando empujar suavemente hacia atrás su capucha oscura que hace un trabajo impecable ocultando sus facciones a la vista.
—Él toma rápidamente mis delgadas muñecas con sus palmas en un agarre moderadamente apretado y me observa desde arriba con sus ojos entrecerrados pero precavidos. Nunca ha levantado su capucha en una manada ajena, nunca se ha revelado a otros aparte de los suyos, pero aquí estoy tratando de traerlo a la luz.
—Confía en mí —digo mirándolo con mis relucientes azules nórdicos y su agarre en mí se afloja gradualmente permitiéndome exponer completamente su rostro a la vista—. Ahí está mi bárbaro —me río tratando de aliviar su estrés mientras coloco la capucha en la nuca de su cuello.