—Fobos —gimo su nombre mientras un pesado gemido lascivo sale de mi boca abierta y jadeante, mientras mis extremidades se cierran más firmemente alrededor de su cuello, atrayéndolo hacia mi carne inflamada y cubierta de sudor.
Él gruñe roncamente, inclinándose para succionar brutalmente mi pezón derecho hinchado, la punta de su lengua sucia jugueteando con el sensible botón, sumergiéndome más profundamente en el mar de pasión salvaje.
—¡No más-Ah! —grito de placer cuando sus caninos se hunden en mi pezón, bebiendo ansiosamente mi sangre que gotea, su polla hinchada estira mis paredes al máximo, continuando follándome con fuerza. Los sonidos pecaminosos de nuestra cópula indomable superan el clamoroso trueno de la tormenta de primavera que hace estragos fuera de nuestra tienda.